2 de febrero de 2014
Día oficial de dar comienzo al trabajo
como una familia independiente en la obra de Dios. Ir por todas partes anunciando la mejor noticia, la Salvación por medio
de la fe en Jesús y haciendo
discípulos enseñándoles los beneficios de obedecer lo que Él enseñó. Claro
está, cada uno en la manera que el Señor lo
ha guiado para cumplir con su perfecta y
agradable voluntad.
Después
de muchas peticiones a Dios y de respuestas claramente enviadas por Dios, empezamos
lo que para nosotros es una nueva alternativa, tanto para creyentes como no
creyentes. Con esta “nueva” versión de
Iglesia se pretende, en parte, volver al modelo original. La Iglesia
fundada por Jesús, seguida por sus discípulos y la que por el libro de
Apocalipsis entendemos que es sinónimo de la gente que cree, ama y obedece a
Dios. Por otra parte, el Espíritu Santo lleva cierto tiempo (quizás unos dos o
tres años) trayendo a nuestros corazones una gran preocupación por esta
generación. Cuando decimos generación nos referimos a las personas que están vivas
hoy, o sea, la gente de esta época sin importar edad.
La preocupación se debe a haber escuchado
repetidamente la misma excusa de por qué no creer en Dios ni en su palabra. Algunas
de las excusas suenan así: No me gustan las Iglesias, la Iglesia ha engañado a
los pueblos por años, los pastores son
vividores (o violadores, pillos, hipócritas, mentirosos, pedófilos, etc.), los
cristianos son unos legalistas cerrados sin tolerancia. Estas excusas, a
nuestro entender, son de las más comunes. Si se analizan estas excusas
pausadamente y con determinación,
podemos observar que dependiendo desde la perspectiva que se hablen pueden ser
ciertas y también pueden ser falsas. Así que no vamos a entrar en debate en si
tienen razón o no estas excusas. Ese no es el punto. El punto es nuestra
actitud hacia ellas. ¿Qué hubiera hecho Jesús ante alegaciones como estas? O
¿Qué hizo Jesús en situaciones similares a las alegaciones? Preguntas como
estas quizás nos acercan más a una actitud correcta.
En fin, Dios
ha puesto una gran pasión en el corazón de esta
familia. Esa pasión es hacer lo más posible para que cada vez más
personas conozcan a nuestro Salvador y Dios. Entonces si nos acordamos que la Iglesia no es
el edificio y si a muchas personas el edificio los incomoda, pues quitemos el
edificio con tal de que conozcan a Cristo, tal y como Él lo hizo en las plazas,
barcas, calles, etc.
Si la Iglesia ha engañado a los pueblos por
años, pues esforcémonos lo más posible por dar un buen ejemplo y por ser lo más
transparentes posible, tanto con nuestras virtudes como con nuestras
debilidades, así no se crean expectativas imposibles de cumplir y el día que no
se cumplan la gente no se sienta engañada. Esto no solo aplica para la imagen de
la Iglesia, sino también para la de sus líderes. Así imitamos a Jesús que
además de tener una vida intachable no los vendió el sueño a sus discípulos de
que por ser Dios nunca moriría. Él siempre fue claro, así como nos dijo que en el mundo encontraremos aflicción.
Si por
ser cristianos nos llaman legalistas pues, aceptemos que el cumplimiento a
cabalidad de la ley (los mandamientos) no es necesaria para salvación. Recordémonos
que, el que esté libre de pecado, que
tire la primera piedra. Acordémonos que si de algo sirve la ley, es para
conocer el pecado personal no para juzgar. Y por último, que la salvación es por fe, no por obras para
que nadie se gloríe. Solo hay que
creer y tener fe de que Jesús es hijo de Dios. En vez de juzgar, enseñemos con
amor como Jesús lo hizo.
Luego de
ese largo resumen de a donde el Espíritu Santo nos está guiando, les relatamos
lo sucedido hoy. Obviamente no fue un domingo normal, aunque nos levantamos
temprano no fuimos a congregarnos con docenas de personas. Dimos un paseo en
carro por San Sebastián y así alabamos con canticos al Señor mientras mirábamos
el hermoso paisaje de las montañas del oeste. Tan lindo fue el momento que
Elías quedó dormido. Al terminar nuestro tiempo de devoción a Dios familiar
teníamos como plan visitar a Abuelo Víctor ya que esta encamado y no puede
asistir a su Iglesia. Vimos esto como una oportunidad de ejemplificar que la
Iglesia es la gente y que Dios prometió estar donde haya dos o más reunidos en su nombre. Pensando también que
Dios, por medio del poder que su Espíritu Santo da en el nombre de Jesús, le
interesa traer sanidad, esperanza y alegría a la situación de Abuelo Víctor.
El plan
se vio alterado por un periodo de horas por culpa del frio olímpico. Pero una
vez pasado ese momento salimos para su casa. Antes de llegar hicimos otro
pequeño devocional familiar y sentimos confirmación del Señor por medio de la
lectura del 2 de febrero en Nuestro Pan
Diario utilizando los texto bíblicos de Juan 16:13 y 1 Juan2:15-17. De
todas formas, le llevamos pan y jugo y al llegar compartimos temas de su
interés. Al final le pedimos permiso para traerle una reflexión bíblica sobre
los tiempos de espera como el que él atraviesa. Accedió y por ahí empezamos. Luego
le explicamos el porqué de lo que estamos haciendo. Cuando terminemos la
reflexión todos coincidimos en que,
¡Esperar en Dios no es perder el tiempo!
Así
seguiremos y pedimos a Dios que cada día el Espíritu de Dios nos guie a llevar
este trabajo acabo, no limitándonos al día domingo. Es un cambio drástico en
nuestra manera de practicar el cristianismo y un gran reto. Pero sabemos que
mientras hagamos la voluntad de Dios el caminará con nosotros, así que no hay
nada que temer.
Les
pedimos que nos incluyan en sus peticiones diarias a Dios para que en cada
momento que sea necesario podamos estar listos para responder con amor,
sabiduría y poder de Dios. La semana que viene les escribiremos.
PD: La
próxima vez no será tan largo. Esta fue la excepción para poder explicar todo.
¡Con
Amor!
Daniel,
Marielena y Elías Suárez González
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