3 de febrero de 2014
Estuvimos en casa de Abuelo Nando y Abuela Olga. Habíamos decidido aprovechar la ocasión para llevarles la misma reflexión que a Abuelo Víctor. Estando allí tuve un percance con mi abuelo, que quizás hace dos semanas atrás hubiese causado que me fuera peleado con él o por lo menos molesto. Pero gracias a Dios pude recapacitar a tiempo y darme cuenta, que este tipo de situaciones son pruebas del camino que o nos capacitan para seguir adelante o nos descalifican. Pues entendí que debía olvidar lo sucedido y aprovecharlo para dar testimonio de amor, alegría y paz. Así hicimos. Primero le llevamos la lectura del salmo 40 a mi abuela a parte porque estaba en la cama descansando por una infección en la boca que la tiene con muchos dolores. Gracias a Dios lo tomó con mucha fe, entusiasmo y agradecimiento. Seguimos con abuelo la misma reflexión y nos permitió conocer algunas inquietudes que tiene, lo escuchamos y le exhortamos a esperar en Dios. Al finalizar todo con mucha alegría por la labor hecha, Tío Fery que estaba presente nos solicitó que pidiéramos a Dios por una situación personal. Vimos como cuando ponemos de nuestra parte Dios se encarga del resto. Esto nos dio aún más alegría.
9 de febrero
de 2014
Llegó el
domingo y nosotros sin ningún plan específico, porque una familia que teníamos planeado
visitar no concretó. Salimos en el carro pidiéndole a Dios que nos diera
sabiduría para escoger el lugar y la obra que haríamos. Pensamos que el domingo
por la mañana es un buen momento para hacer evangelismo ya que la mayoría de
los cristianos están en una Iglesia. Con eso en mente recorrimos las calles de
Isabela pasando por el centro comercial, la plaza del pueblo, la playa y la
bici-vía en busca de las personas a las que serviríamos hoy. En el carril de
las bicicletas notamos mucha actividad de personas ejercitándose. Hace unos
días vimos por internet que un muchacho se lanzó a la calle a repartir botellas
de agua gratis y así lograr un acercamiento con las personas y lograr llevarles
un mensaje de fe y esperanza en Dios. Esto nos motivó a hacer algo similar con
tal de llegar a más personas y así más personas llegar a Dios.
Nos fuimos
rápido a la casa a cambiarnos la ropa a una más deportiva para no espantar y
que tampoco nos confundieran con los mormones o algo así. Luego compramos
hielo, botellitas de agua y chinas. Cuando llegamos al lugar rápido preparamos
el área, buscamos una sombrita, sacamos la neverita con el agua fría, mondamos
una que otra china, pero se nos olvidó comprar una cartulina para anunciar la
actividad. De todos modos, no permitimos que el perfeccionismo nos
desconcentrara por la ausencia de la cartulina.
Paso el primer
grupo de ciclistas, aproximadamente siete, todos varones. Les gritamos ¡¡agua
gratis!! Unos se rieron pero otros, que quizás estaban sedientos, vieron la
neverita repleta de agua y hielo y no titubearon en parar. Llegaron los siete
ciclistas y le dimos agua a todos. La recibieron con muchas palabras de
agradecimientos. Entonces les dijimos, “el agua que les estamos dando les sacia
la sed física, pero Jesús sacia la sed del alma y no vuelves a tener sed
jamás”. Algunos mostraron caras de sorprendidos, otros caras de “too good to be
true” y solo uno dijo un amen de la primera. Les entregamos tratados. Lo más
importante es que todos escucharon. Mientras tomaban su agua aprovechamos cada
segundo para darles palabras de esperanza y exhortación de buscar a Jesús y
creer en él. Gracias a Dios tomaron todas nuestras palabras con mucho
agradecimiento y respeto. Así paso con casi treinta personas más. Pero hubo dos
específicamente de los cuales les queremos contar.
Un abuelo con
sus dos nietas. Cuando iban no quisieron parar, no sabemos si por vergüenza o
quizás pensaban que se trataba de una broma. Pero cuando regresaban parece que
iban arrastrando las lenguas y decidieron parar. Les dimos el mismo mensaje de
que “Jesús quita la sed del alma” y por ahí seguimos hablando de mil temas.
Mientras yo hablaba con Don Carmelo, el abuelito, Marielena aprovecho y se
quedó hablándole a la niña más chiquita quizás tenía unos diez años. Lo cierto
es que con esta familia pudimos entablar una empatía muy bonita y además de
llevarles el mensaje de esperanza y vida eterna, también pudimos hablar de
temas del interés de ellos como las bicicletas de colección de Don Carmelo.
En lo que
hablábamos con Don Carmelo llego Luis (creo que ese era su nombre) con una mountain-bike y un estilo hippie,
sin camisa, mochila en la espalda repleta, quemado como un chicharrón, pero con
más abdominales de lo normal y aparentaba como de cuatro o cinco décadas. Luis
paró emocionado por el agua, casi no lo podía creer. Celebró el agua y nos dio
las gracias. Le dimos el mensaje de vida eterna y nos mostró que en su mochila
él tenía “un librito blanco de esos que
reparten” pero no se sabía el nombre. Era un nuevo testamento de bolsillo
que un amigo le regalo, le dijimos que nada es coincidencia que Dios quiere que
lo busque y le recomendamos que leyera el librito blanco. Él dijo, “si yo lo
sé, por eso yo siempre ando con Jesús en mi cuello” y nos mostró un collar que
tenía una imagen alusiva a Jesús. Y de la nada comenzó a relatar como el
hermano se había muerto hace apenas dos días y murió mientras él lo cuidaba en
el hospital. Nos contaba cuan duro fue el momento pero nos recalcó lo bueno que
fue desahogarse “con gente buena” ya que no había podido ni siquiera soltar una
lagrima de tan fuerte que fue el momento. De igual manera le exhortamos a
esperar en Dios y confiar en él, pero lo más impactante para nosotros fue su insistencia
en lo bien que le vino desahogarse con nosotros. Incluso nos advirtió que él
está por allí todos los fines de semana quizás dándonos la idea de volver a
encontrarnos.
Esto es
precisamente lo que buscamos, lograr un impacto en las personas que no recurren
a la Iglesia para buscar a Dios. Que la Iglesia corra a las personas para que
busquen a Dios. Que las personas puedan entender que el amor de Dios no se
limita a un edificio y al final que cada cual siga el camino que Dios le
encomiende. Si es en una Iglesia Gloria a Dios si es de Misionero Gloria a
Dios. Además de los treinta y tanto que se llevaron el mensaje de servi carro o
servi bici, estos dos casos nos llenan de fuerzas y motivación para seguir
adelante cumpliendo la encomienda que Dios nos dio.
En la noche
volvimos a visitar a Abuelo Víctor. Le llevamos pan con queso y juguito de
china, hablamos como el domingo pasado. Estaban Titi Pri y Titi Glory. En medio
de las conversaciones surgieron temas e interrogantes personales de Abuelo y
por medio de la Biblia tratamos de aclarar sus dudas y transmitir la paz de
Dios. Al final le leímos unos versículos bíblicos relacionados a la vejez y
quedo contento porque se sintió identificado. Decía “ese si esta bueno pa’ mi”.
Al final también hablamos con Titi Pri de lo que estamos haciendo y nos
manifestó que estaba bien contenta y que definitivamente Dios no está guiando
porque es algo necesario en esta época. Así que si ya nos sentíamos contentos
con lo que había pasado, esto fue la cherry
en el tope. Llegamos allá como a las 7:30pm y nos fuimos como a las 11:00pm y
nos fuimos por compromiso. Pero ni lo sentimos porque no hay nada más rico que
hablar de los caminos de nuestro Señor Jesús.
Gracias por
sus oraciones y apoyo sigan orando por nosotros para que Dios cada día nos use
como él quiera y nos capacite para ser usados por él. Están en nuestras
oraciones.
¡Con amor!
Daniel,
Marielena y Elías
No hay comentarios:
Publicar un comentario